
Esta condición suele confundirse con otras, como el linfedema, las lipodistrofias, la insuficiencia venosa crónica o incluso la obesidad, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento adecuados.
Se caracteriza por la acumulación anormal de grasa en las extremidades, lo que puede causar dolor, sensibilidad al tacto y un notable deterioro en la calidad de vida. Además de los síntomas físicos, el lipedema tiene un impacto psicológico y social considerable, afectando la autoestima y el bienestar general de quienes lo padecen. A pesar de que el término «lipedema» sugiere la presencia de edema (acumulación de líquidos), este no se manifiesta en todos los casos. En realidad, el lipedema es una patología del tejido graso, como lo demuestran las técnicas modernas de diagnóstico por imagen. Aunque fue descrito por primera vez en 1940, ha ganado mayor visibilidad en los últimos años.
Se estima que aproximadamente el 70% de los casos de lipedema están asociados con dolor en las extremidades, lo que lleva a muchas pacientes a consultar a especialistas en flebología y linfología. Sin embargo, la falta de información y la confusión con otras enfermedades han dificultado obtener una imagen clara de su verdadera incidencia en la población.
No fue hasta mayo de 2018 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró el lipedema como una enfermedad, incluyéndola en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11), dentro del capítulo de patología cutánea, como enfermedad del tejido subcutáneo.
- Adipocianosis
- Adiposalgia
- Adiposis segmentaria o regional
- Adipositas dolorosa
- Adipositas edematosa
- Adipositas spongiosa
- Enfermedad de Dercum
- Lipalgia
- Lipedema
- Lipodistrofia
- Lipoedema (así se conoce en Europa)
- Lipohiperplasia / Lipohipertrofia dolorosa
- Lipomatosis dolorosa de las piernas
- Obesidad masiva de miembros inferiores
- Painful column legs (“piernas en columna dolorosas”)
- Riding breeches syndrome (“síndrome en pantalón de montar”)
- Síndrome doloroso de la grasa
- Stove-pipe legs (“piernas en tubo de estufa”)
La causa exacta del lipedema aún no está bien definida y existen diversas teorías que carecen de suficiente evidencia científica. A pesar de esto, se sospecha que varios factores pueden estar involucrados:
Es importante diferenciar el lipedema de otras condiciones como el sobrepeso o la obesidad, ya que, aunque pueden coexistir, los depósitos grasos del lipedema no responden bien a dietas o ejercicios. Asimismo, a menudo se confunde con el linfedema y con la celulitis (o Paniculopatía Edemato Fibro Esclerótica – PEFE), aunque estas condiciones también pueden presentarse junto al lipedema.
El diagnóstico del lipedema se basa en la evaluación clínica, ya que no existen pruebas específicas que lo identifiquen. Los principales hallazgos en la historia clínica y el examen físico incluyen:
Este tipo de grasa no responde bien a las dietas y al ejercicio físico.
El lipedema puede generar una serie de síntomas que afectan considerablemente la calidad de vida:
Aunque estos síntomas no son exclusivos del lipedema, pueden coexistir con la enfermedad y agravar su impacto en el bienestar de la persona. La sensibilidad aumentada al frío es característica. La palpación puede detectar zonas de piel más frías (hipotermia) y de diferente textura (generalmente más blandas). Otros hallazgos asociados al lipedema son la disminución de la elasticidad de la piel y del tejido conectivo, menor movilidad por el dolor y disfunción articular, así como alteraciones en el apoyo plantar e hiperlaxitud articular; todos ellos factores que ocasionan alteraciones en la dinámica de los miembros inferiores y de la bomba muscular, afectando el drenaje venoso y sobrecargando la función del sistema linfático, favoreciendo el edema.
Estos son factores que afectan la autoestima de la paciente. Una encuesta realizada en el Reino Unido en pacientes con lipedema permite extraer datos significativos (Fetzer A, 2016):
Además, por mucho que las pacientes se sometan a dietas estrictas y períodos de ejercicio intenso, las zonas de lipedema no reducen su volumen o lo hacen escasamente. Las repercusiones en el ámbito personal y laboral pueden conllevar trastornos como depresión, ansiedad y alteraciones de la imagen corporal.